Los acontecimientos en todas partes traman otra sociedad


En anterior publicación de Late, Sergio Linietsky se preguntaba: “Los acontecimientos en Chile ¿están sucediendo allá o acá?”. Las imágenes fotográficas de Leonardo Prieto ya insinúan una respuesta, pero las preguntas siguen. Se indaga en el artículo por el “nosotros”, por la “simpatía” entre los cuerpos y de los cuerpos con lo geográfico. Y, por poco como síntesis nos dice que “el acontecimiento pueblo, que no es geográfico, es autogenerado. Cuando un espacio autogenerado hace pueblo los gobiernos se alarman y reprimen porque no son gobernables”, con lo cual nos invita a pensar. Y, como dice José González Ríos, “pensar en el problema pide no escamotear las contradicciones”, personales y de ese “nosotros” del que se expresa.  


            Inicia por lo que sucede en Chile, la misma semana del aniversario de la Revolución Rusa y del día en que es liberado Lula. Esa jornada escuché decir a un chileno: “No es una Revolución, porque en una Revolución los dos partes deben tener armas”. ¡Es que nos hemos olvidado la frase de la bandera!

“El arma de la crítica no puede soportar evidentemente la crítica de las armas; la fuerza material debe ser superada por la fuerza material; pero también la teoría llega a ser fuerza material apenas se apodera de las masas…”

Esa misma frase motivo la Revolución Rusa; esa acción conjunta a la que incita es la misma que deja libre a Lula. Ahora, ese mismo acto creador está presente en el jaque al Estado actual de Chile y al régimen que representa Piñera, el pueblo debe ser consciente de eso. Ya pasa lo espontáneo, ahora viene la conciencia, por eso piden la Asamblea Constituyente.

Ese allá o acá, también puede verse como internacional, y que nos salpique como pueblo argentino, y que nos manche las ropas; ¡quien se queje de la ropa sucia, conserva la ropa sucia! Pues, ese es el camino que toma el pueblo chileno. ¡Solidaridad es: marchamos como el pueblo de chile! ¡Unidad con el pueblo ecuatoriano! Y así, uno a uno, sin necesidad de que corra más sangre, como en una sucesión de dominós cayendo, son los gobiernos y los Estados modernos que se deberían ir transformando (nos). Y nosotros, los sepultureros y criadores; debemos inventar nuevas formas de participación, repensar las viejas formas de organización y autogestión de Nuevos Estados y segundas independencias.



            Cuando se menciona la palabra simpatía, me viene inmediatamente la anécdota del viaje a pie que mantuvieron Rodríguez y Bolívar en 1805, donde nace la idea de liberar América del dominio español. Y aquí ya tenemos nuestra primera contradicción: los Estados en Abya Yala se pensaron con modelos. Y algo de eso, conjeturo, Neruda intuía en sus cantos al decir: “Tierra mía sin nombre, sin América”. Lo cual no quiere decir que, porque venga de Europa, es desechable. Simplemente que esa cuestión de hecho nos marca un punto de referencia, un margen quizás desde el cual comenzar a repensar (nos), “los afectados”.

Similar caso pasa con la Revolución Rusa. Ella marca el comienzo de una nueva etapa histórica, una verdadera época; nos plantea el problema fundamental de la época: construir una sociedad que supere las lógicas del capitalismo. ¡Pero qué nos pasó por seguir las copias nuevamente! Es lindo leer traducciones, pero tratar de llegar a lograrlo en la lengua original es maravilloso. ¿O acaso no es maravilloso que exista la Revolución Cubana? … pero la estudiamos, la tomamos como un nosotros también… ¡Lo mismo podemos decir del pasado y de la actualidad de Haití!

Linietsky, desde el principio nos propone pensar en “el allá” y “el acá”. Lo cual, más bien, me hace pensar en lo que dice un poeta, Arnaldo Calveyra: “no te olvides de estar en varias partes a la vez”, que es una manera surplus poética de pensar que el acá y el allá están conectados. En todo caso, las posibilidades, los problemas y soluciones, todo están in de un aquí y ahora, de donde no podemos escapar. De la época. Es el acontecimiento. La construcción de una nueva sociedad es el acontecimiento/problema de la época; hay que resolverlo aquí, allá, o acá, y eso se decir: en el sistema mundo.

Acierta Linietsky al hablar de “acontecimientos”. Pero quisiera hacer una flecha al margen, para apuntar lo que dice P. Ricoeur, sobre el acontecimiento: “no es solo una iniciativa, algo que sucede, sino un componente narrativo”. Es decir, el acontecimiento en Chile debe devenir en que la Historia avance. Y, además, como partes de la historia, eso deriva en un planteo para ese “nosotros”: qué rol jugar en el entramado de estos acontecimientos, sin ignorar que la trama es “el conjunto de combinaciones mediante las cuales los acontecimientos se transforman en una Historia”. Tendríamos que pasar de ser individualidades y transformarnos en personajes. Espero no llegar tarde a dichos acontecimientos.