¿Qué rol cumplió el afro descendiente en nuestras independencias?*

Cuando decimos “La marca negra”[i], nos referimos a dos cosas: por un lado, a la “Carimba”, la marca que se les hacía en la Factorías, una suerte de mercado portuario, donde los factores, socios de príncipes y reyes, determinaban una parte de los destinos de la población africana, poniéndole el sello de pertenencia en la espalda o en la frente a hombres y mujeres esclavizados; esta nueva etapa de transición de la producción feudal, en decadencia y hacia la naciente sociedad definida luego como capitalista, necesitaba de una expansión. No sólo económica y territorial, sino también desde una cosmovisión filosófica, en donde los amos de la tierra y del saber, dominaran a los esclavos; fue una nueva etapa de la esclavitud, que coincide con la apropiación de tierras y la expulsión    genocida de los pueblos originarios en América.
La población de África, convertida  en esclavo negro, como un todo, fue reconvertida en un producto intercambiable, ya sea por pólvora, tabaco, armas, etc., luego de ser expulsado, arrancado de sus tierras, y embarcado desde la costa atlántica de África hacia lejanas latitudes americanas.
Esclavos traídos de África y pueblos originarios, ambos llegaron a trabajar juntos. Quedó demostrado con la investigación que desarrollaron en la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán (México), la cual además estableció que, efectivamente, los primeros africanos que arribaron a  Mesoamérica nacieron y pasaron sus primeros años de vida en África Occidental y que trabajaron juntos a los pueblos originarios quedó demostrado cuando se hallaron en esos cementerios restos fósiles de europeos, negros e indígenas.
Por otro lado, la marca negra en los bicentenarios, es debido a que la primera revolución independentista/emancipadora de nuestro continente fue negra; la Revolución Haitiana, que se desarrolló entre  1791 y 1804, coincidentemente en la primera isla donde había llegado Colón, Saint Domingue, luego Haití.
El 20 de junio, en Radar, una edición dominical del Diario Página 12, Eduardo Grüner presentó su libro-tesis, “La oscuridad de las luces”, en el cual retoma la relación que existe entre los pensamientos de la Revolución Francesa (1789) y la revolución Haitiana.
En el pensamiento de Maximiliano Robespierre estaban presentes los derechos de hombres y mujeres de color: “Pero yo, para quien la libertad es  y será un ídolo, que no conozco alegría ni prosperidad ni moralidad para los hombres ni para las naciones, sin libertad; declaro que abomino de semejante sistema, y que reclamo vuestra justicia, la humanidad, la justicia y el interés nacional a favor de los hombres libres de color”[ii].
También afirma Grüner que G. F. Hegel, en su comentario sobre la dialéctica del amo y el esclavo, tratado en el capítulo IV apartado A “Independencia y sujeción de la autoconciencia; Señorío y servidumbre”, que integra la obra titulada “La Fenomenología del espíritu”, el autor se basa en los hechos acaecidos en La revolución Haitiana.
En la historia de los bicentenarios, muy poca es la mención que se hace de dicha revolución. Al menos hay que decir que San Martín y Moreno eran defensores de la abolición de la esclavitud, también Simón Rodríguez, maestro de Bolívar.
Cabe destacar que el Haití emancipado ayudó con armas, dinero y hombres a la campaña Bolívar.
Se dice que el Ejército de los Andes, del Libertador General don José de San Martín, estaba compuesto en un 40% de negros libertos, sobre un total de 4000 hombres.
Ya en 1765, en cumplimiento de la Real Instrucción, el gobernador de Buenos Aires, Pedro de Cevallos creó entre otros, el Cuerpo de Negros Libres de Buenos Aires: 3 compañías de infantería con 168 hombres en total.
Todo este proceso de autoconciencia que desarrolla la población afrodescendiente, como sujeto cognoscente, queda retratado en la novela literaria escrita por Pablo Marrero. “esclavo, este parece ser nuestro destino de negros”, dice Bembé, rebautizado Francisco por sus amos, y de este modo se transforma y se va liberando de lo “natural” va “emancipándose” de aquel estado dado. En la frase “esclavos, ese parece ser nuestro...”, queda desnaturalizada la esclavitud, además de que demuestra el acto superador, que es muy importante, puesto que en la superación, la negación y la confirmación –negación y afirmación- se entrelazan los hechos con las ideas que se suceden en un movimiento; en esta frase, la naturaleza móvil de la existencia real, que esta oculta, queda al descubierto el devenir histórico por su acción de dominar aquello exterior que le es dado como natural.
La madre de Bembé, relata la novela, es vendida como una “pieza de Indias”, en la Plaza de Retiro. La joven fue traída en 1792 sin saber que estaba embarazada. Comprada por Juan Bolaños, quien estaba vinculado con la Real Compañía de Filipinas, una de las principales compañías mercantes, quien la vio como la última que quedaba, estaba agarrándose la panza, y se la llevó de lástima.
Una vez en la casa, Don Juan vivía con su yerno Manuel Navarro y su esposa Inés, pareja que ya tenía tres hijos. No era una familia reconocida de Buenos Aires, pero vivían del arrendamiento de una pequeña chacra y un pequeño emprendimiento de fabricación de velas.
La joven fue puesta al cuidado de los demás sirvientes de la casa, dos personas ya viejas, la cocinera y el jardinero. Ellos cuidaron de la chica, se dieron cuenta de su embarazo pero se ocultó  la noticia hasta que nació Bembé, en el mismo momento que la madre moría. Fue entonces criado por los demás negros, y aunque insistían en llamarle Francisco, él se presentaba como Bembé.
Bembé-Francisco fue protagonista de aquellos años de efervescencia, y como todo esclavo añoraba la libertad y la igualdad. Participó, a pesar de que en un principio se les prohibía portar armas y montar caballos en la resistencia contra los invasores ingleses, se incorporó en las tropas del General San Martín, trepó los Andes y peleó en Chacabuco y Maypú; derramó su sangre por la libertad de América.
Pero, como dice Juan Rosales en el prólogo de Carimba, “la libertad no les llegará a los que lucharon por ella”, las determinaciones revolucionarias fueron dejadas a un lado por las elites que gobernaron las repúblicas; no pocos de los sobrevivientes de las contiendas fueron utilizados nuevamente en guerras, contra los indios, los gauchos e inclusive, contra guerras hacia otro país, como en la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay (1864-1870).

*Extracto de "El Barrio del Tambor de Paraná: la marca negra en el bicentenario".
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Bibliografía:
-           CIRIO, Pablo. El Corsito. Dir. Romero. Prod. Centro Culturas Rojas, corrientes 2008 (Bs. As.), 2010.
-          GRÜNER, Eduardo. Entrevista sobre “La oscuridad y las luces”, en Radar. Página/12. 20 de junio de 2010.
-          MARIUSA, Reyes. Los Primeros negros en Ámerica. BBC Mundo. Mexico (2006).
-          MARRERO, Pablo. Carimba. Ed. Luxenburg (2006). Resistencia Afro. Inédito (2005) y Esclavitud (Inédito) 2005.
-           MARX y ENGELS. El Capital, en Obras Escogidas. Ed. Progreso.
-          PENSA, Fernanda. Afrodescendientes en Argentina. Facultad de Filosofía y Letras (UBA) Cátedra Abierta de Estudios Americanistas (2006).                                                                                                          
-          PROYECTO BICENTENARIO. Entre Ríos, identidades y patrimonio. Ed. Dunken (2008).
-          PUIGGROS, Rodolfo. De la Colonia a la Revolución. Ed Partenon (1940).
-          SUAREZ, Pablo. Tangó de San Miguel, Candombes del Litoral Argentino (UNER/2008).
-          TARRUELLA, Ramón. Maximiliano Robespierre. Ed. Longseller (2000).




[i] También hacemos referencia  a la novela “Carimba, la marca negra en nuestra independencia”, del escritor Pablo Marrero, quién accedió a varias entrevistas y reportajes abordando el tema de la afrodecendencia en argentina, pensando en esta presentación.
[ii] En Maximiliano Robespierre, Libertad, igualdad y frateridad. ED. Longseller (2000).