El poeta y escritor Mario Daniel Villagra Segovia
(Villaguay, Entre Ríos, 1987) acaba de reeditar «Los mandatos de Camilo Fink»,
a través de la editorial entrerriana Azogue Libros. Actualmente reside en
París, Francia. Su obra, y su trabajo están estrechamente vinculadas con la
palabra, aunque la poesía es el género que lo desvela. En diálogo con Mirador
Provincial, repasamos sus vínculos con la poesía, su vida en el extranjero, y
la reedición de su última novela.
El poeta Mario Daniel prácticamente vive del oficio de
leer y escribir. Un lujo caro para estos tiempos de productividad constante. Él
dice que las literaturas, «crean la patria de los libros diría Arnaldo
Calveyra, y, en ese sentido, al entrar en contacto directo con lenguas, y vivir
en otras lenguas, hace que uno mire nuevamente su lengua umbilical, sea por
comparación o para poder enseñarla». Luego añade: «Me agrada pensar que yo ando
con una mochila, como el caracol que lleva su casa a cuesta, pero sé que llevo
una mochila con piedras preciosas, que atesoro y pongo en juego en mis manos
como en la payanga, pero mezclándolas con la realidad, para imaginar otra
realidad posible, y flechas que saco y disparo desde el presente hacia el
futuro».
Segovia cita a Carlos Fuentes para referirse a lo que
lleva y trae de otras culturas, «en un ensayo sobre Cervantes él dice que la
relación con Europa es como la relación de los mexicanos entre ellos: complicada,
y, agregaría, que esa fórmula es aplicable también para Argentina (...) Yo
recuerdo, por ejemplo, escuchar el rugido de un león en Villaguay, claro, era
el de un circo internacional que paso por allí. Entonces, por ejemplo, a partir
de allí pude crear un cuento que se llama “Caballo mata rey”. Yo ingresé a
Francia, mejor dicho, a la comunidad europea, con el proyecto de desarrollar
investigaciones literarias, realizar películas, escribir y dar clases; mi mayor
obstáculo hubiese sido no cumplir con lo que me propuse. La lengua, es un
desafío y un obstáculo para superar, pero contrastar diferentes lenguas vivas:
portugués, francés, italiano, inglés, hacen que uno revea la lengua ‘materna’
desde una perspectiva técnica, y no tan salvaje como uno la aprende. En
general, no es tan diferente a la vida que llevaba en Argentina, la diferencia
es que en Francia se abre una ventana al mundo, a nuevas posibilidades».
Recuerdos
«De la escritura, me vienen tres recuerdos a la
memoria», dice Segovia, «pero que están también ligado a lecturas o visiones de
películas o a la imaginería popular: el de mi primer cuento, que lo escribí a
los 10 años, quinto grado de la escuela primaria. El segundo recuerdo, que
ahora sé que existe —y más de uno— porque una persona me pasó la imagen del
papel, se trata de un poema de temática amatoria, lleno de hipérboles y
metáforas extendidas, que hoy veo que eran imitaciones y analogías de textos
leídos en libros de lectura escolar que había en casa —recuerdo unos libros de
tapas azules, que venían en cuatro tomos y contenían poemas de Borges, de
Woolf, cuentos de los hermanos Grimm—. Y el tercer recuerdo, y quizás el
frustrante, fue el de una mezcla de noticia y crónica deportiva, y lo
frustrante no fue el texto, sino que, cuando se lo muestro al maestro, él me
mandó a hacer la tarea nuevamente porque dijo que yo había copiado eso de
alguna parte; cosa que no era verdad».
—¿De qué trata tu última novela, «Los mandatos de Camilo Fink»?
—En principio, como autor, diría que se trata de la
historia de un maestro rural, en Entre Ríos, al que le cierran la escuela y
motivo por el cual debe emigrar a la ciudad. Como lector, diría que se basa en
algunos de los problemas que genera la propiedad y la productividad del suelo;
en ese sentido, el cierre de escuelas rurales es uno de los problemas. Otros me
han dicho que son muchos cuentos, entrelazados entre sí, en que los personajes
se remontan a la profundidad de memorias, emociones, eventos históricos que
tienen su propio hilo y conecta los 12 capítulos.
Vida
de poeta
«La poesía, diría, es un reencuentro con la belleza que
puede generar lo humano, y hablo de lo humano como todo lo vivo... La poesía,
quizás, es un rencuentro con la melodía detrás de las cosas, parafraseando a
Rilke, o, para citar a otras voces autorizadas, existe la poesía porque
‘poéticamente habita el hombre’, como dice Hölderlin. Entonces, uno puede
encontrar ese diálogo con las cosas, eso que aparece como poéticamente ante
nuestros sentidos, hallarlo en un atardecer, con las estrellas, en un espejo
gastado por el tiempo, en una canción de Argentino Luna, no sé. Aquí llegamos a
una disyuntiva: hay gente que puede vivir sin ver la poesía, pero la poesía no
puede vivir sin pasar por la figura del poeta».
—¿Qué
autores leés asiduamente?
—Quizás lo único asiduo es leer y escribir. Vuelvo a
Juanele, a Zamarripa, a Calveyra, a Miguel Ángel Federik, a Mallarme, a Chantal
Mailliar, Neruda, Benedetti, a tantos poetas que han llegado a mí por estudiar
otros poetas. Cada película hecha abre una constelación. Pero también vuelvo a
Hemingway, Márquez, Cortázar, Fuentes, Onetti, a las traducciones de
Dostoievsky o de otros que leo por traducciones, porque la poesía allí también
te salta a los ojos. La literatura es infinita, por eso vuelvo a las diferentes
versiones del mismo poema, que se puede encontrar por manuscritos o diferentes
ediciones; allí, en la reescritura, aparece la hechura del texto, la evolución
materializada en puntuaciones, que dan el sentido y no solamente el ritmo al
poema. Me gusta ver teoría también, ensayos, pues, en un mundo en el cual nos
hablan persona que no saben bien de lo que hablan, saber qué es lo que se está
haciendo me parece capital. Aunque digamos que sabemos, y después debamos
volver a desaprender para aprender nuevamente.
—¿En
qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo proyectos a la espera de editores; o proyectos
audiovisuales a la espera de que yo tenga tiempo para armar el equipo, buscar
financiamiento. Por ahora, quedan las piezas ya hechas y posibilidades de
nuevas proyecciones y publicaciones, incluso traducciones. Pero, ahora estoy
terminando mi “gira” por esta parte del mundo, donde aprovecho para investigar,
con el objetivo de llegar a París para retomar la escritura de mi tesis
doctoral.
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Publicado
originalmente en Mirador Provincial y en El Litoral, en la provincia de Santa
Fe, Argentina, el 17 y 19 de enero, respectivamente, de 2024.