De Villaguay al Sena: un viaje celebrando las letras entrerrianas, por Tirso Fiorotto


Mario Daniel Villagra visita estos días nuestra provincia, en una breve gira por varias ciudades, para presentar una novela y filmes de su autoría. Con cuna en Villaguay y trabajos y estudios en París, el joven escritor y documentalista da clases, toma clases y proyecta obras relacionadas con una saga de poetas entrerrianos.

En su estadía como universitario en Paraná lo conocimos por sus inquietudes sociales, culturales, con vuelcos a la poesía, con programas de radio jugados y marcando el compás en conocidas murgas.

—¿Qué te lleva a escribir una ficción como “Los mandatos de Camilo Fink”, sobre un tema de nuestro territorio como las injusticias en relación con el acceso a la tierra?

—El acceso a la tierra es un tema universal y el del cierre de las escuelas rurales también; el problema de la propiedad de la tierra y la consecuente concentración, comparando, es el “pecado original” para entender las desigualdades que genera una falta de oportunidad que es la de no tener una porción de tierra para el que la quiera habitar, trabajar, cuidar... Si bien podríamos catalogar a Los Mandatos... como una obra de ficción, se puede contrastar que aquí, en este texto, hay historias reales, comprobables, verosímiles. Es decir, la ficción está puesta en función de integrar las historias. En ese sentido, me siento parte de una tradición, la de Carlos Fuentes, por nombrar a uno, que piensa y crea una literatura que disputa el concepto de realidad a partir de construir imaginarios posibles. La literatura, parafraseando a Borges, sirve como el amanecer para iluminar el mundo.

Los mandatos... lleva el subtítulo Historia de un maestro rural. Allí el autor eslabona distintas problemáticas a través del diálogo de un periodista y un maestro. Podrían ser asuntos de cualquier país del mundo, pero quienes vivimos en esta región y conocemos el paño vemos que todas esas fibras juntas constituyen un tejido muy del pago.


Un maestro rural

“La historia menuda y la trama construida por Mario Daniel Villagra le permite hacer transitar a lectores y lectoras por escenarios contemporáneos, como la presencia dominante de la inestabilidad laboral en la economía urbana, la dominación imponente de la agroindustria neoliberal concentrada, regida por las leyes de un mercado mundial que determina el curso de las frágiles vidas del mercado nacional”, dice Modesto Emilio Guerrero en su presentación de la novela. Le preguntamos a Villagra:

—Vemos una intención artística un tanto supeditada a la necesidad de dar un grito sobre los problemas sociales. Es evidente la localización en tu provincia, pero ¿hay también algo del autor en los dos miembros de la pareja, el periodista y el docente?

—Es verdad que el de educador y el de comunicador periodista son dos oficios que habito, trabajos a los cuales le dedico mis estudios. No obstante, traté de crear dos personajes en transición hacia un sujeto nuevo, por venir, en proceso de desconstrucción, como se dice ahora, y, esa confección, la búsqueda también implicó modelar un tipo de narrador que pueda separarse de estos dos oficios, que le sean ajenos, para de esa manera poder ser crítico antes los dichos y comportamientos de Fink y Clementi.

—Hablanos por favor de los documentales que realizaste y que están en carpeta, principalmente sobre poetas.

Su móvil, nuestro móvil, serie de poetas, es algo que pensé desde 2013. Por ahora se han concretado los de Marta Zamarripa, Miguel Ángel Federik, Arnaldo Calveyra y recientemente el de Silvia Baron Supervielle. Sobre todo, además de ser un homenaje en vida sobre su obra, es una forma casi didáctica de presentar a los poetas para, a partir de allí, seguir profundizando, sabiendo de las bondades que tiene el formato audiovisual a la hora del alcance. Hay otros proyectos, pero, como estos no han avanzado lo suficiente, con esto digo, que el autor o autora no está aún en conocimiento, prefiero no mencionar para no crear expectativas. Su móvil poético es nuestro motor de búsqueda, ir hacia sus casas es como ir a una escuela de la vida para aprender de los maestros y las maestras.


Espontaneidad y conciencia

—¿La juventud se da tiempo para una lectura serena y meditada, y una relectura? ¿O pensás que prima el mundo del apuro, de los mensajes breves y al toque?

—Cuando escucho hablar de juventudes o generaciones futuras, como la generación que tienen un trabajo diferenciado, comprendo que allí interviene un discurso político y no sociológico; porque, comprendo, que sociológicamente necesitamos, como sociedad, de un esfuerzo mancomunado, de un diálogo intergeneracional, y eso implica a todas las generaciones vivas. Es verdad que cada, digamos, etapa de la vida tiene sus características, no creo que ser sociológicamente joven sea una condición para tener lecturas no serenas y meditadas; eso también le puede pasar a los adultos.

Pienso que el problema de la lectura es amplio, y si podemos entender la lectura como una manera de intervención en la realidad, el problema de la lectura es un problema social. A su vez, si bien es verdad, como dice tu pregunta, que “prima el mundo del apuro, de los mensajes breves y al toque”, la espontaneidad muchas veces es el puntapié para algo nuevo y serio, pero para eso hay que agregarle conciencia. Caso concreto, nuestro 2001; fue espontáneo, pero luego fue redirigido con la conciencia más o menos parecida con la cual veníamos. De esto, como diría Gramsci en 1931, dependerá la fecundidad y la justeza de la dirección de cualquier movimiento social, y hablo de movimiento social en sinónimo de sociedad organizada.

—Vos provenís de una comunidad humilde del interior del interior, ¿eso te ha resultado una mochila, un obstáculo para desplegar la vida, o al contrario, lo sentís como un capital que te genera conciencia por vivir una realidad poco edulcorada en carne propia?

—Obstáculo para desplegar la vida tenemos todos; ahora bien, algunos pueden ver en el obstáculo una posibilidad, otras un impedimento o una simple característica más.

La dialéctica de la vida me mostró que hay personas que han heredado fábricas y luego han tenido, con el tiempo, problemas. Yo sé de dónde vengo, y, en ese sentido, al no tener nada más que perder que mi vida y el afecto de los seres queridos, todo siempre estuvo como una posibilidad de ganar. En ese sentido, el concepto de humilde es relativo, sabemos, pues yo, cada vez veo más riquezas en esas comunidades del interior del interior, como dices. El problema es que las clases dominantes, léase, los banqueros, los usureros, los terratenientes, el complejo armamentístico, también vienen por esas riquezas: la tranquilidad, además de nuestro trabajo, nuestras capacidades y posibilidades de pensar y crear. Yo vengo con una mochila, como el caracol que lleva su casa a cuesta, pero sé que llevo una mochila con piedras preciosas, que atesoro y pongo en juego, como la payanga, con la realidad, y flechas que saco y disparo desde el presente hacia el futuro. No veo un capital, en el sentido cuantificable, pero sí veo que las experiencias de mis abuelos, tíos, vecinos, en general, de los más viejos o más jóvenes, ellas me acompañan y son como las luces en mis ojos que van alumbrando mi camino en cualquier parte del mundo que veo, toco, camino, escucho, gusto... Los sentidos son los mismos para todos los seres humanos, el problema es si nos lo dejamos enajenar o no.


Una realidad mestiza

—Solemos hablar de la educación colonizada que padecemos en el Abya yala (América). Vos pasaste por la escuela primaria, el colegio secundario, la universidad, y vas hacia un doctorado en el exterior. Con esa experiencia ¿qué podrías comentarnos?

—Podría comentar algo de Freire; el brasilero universal decía que toda pedagogía del oprimido comienza con reconocerse oprimido, esto es, en otras palabras, ser consciente de la existencia compleja en la que nos toca vivir, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Al respecto, creo que cuanto más rápido aceptemos nuestra realidad mestiza, más a tiro estaremos para seguir adelante con la tarea de la descolonización de las mentes y la democratización de la de democracia, y esto aplica en Francia como en Argentina.

—¿En cuál de esas instancias has tenido profesores o profesoras que hablen de los saberes guaraníes, mapuches, quechua aymaras, o de las culturas africanas? ¿Cuántas experiencias de gurí en Villaguay, sea en los oficios, las artes, las diversiones, los modos, las comidas, sentís que estuvieron presentes en las aulas de la universidad?

—Retomando la respuesta anterior, para unir la problemática que encierra la anterior y esta pregunta, reitero, reconocer el mestizaje es la punta del iceberg para poder reconocer y recorrer nuestras raíces; pero esa es una parte, donde imaginar el futuro sería la otra. Al mismo tiempo, esa realidad mestiza nos hace creer que todo puede tener una explicación, y hay veces que, si bien son necesarias, no son fundamentales si ya reconocemos esa realidad mestiza. En mi caso, para dar un ejemplo, recuerdo que mi primer cuento lo escribí a los 10 años, ponele que quinto grado de la primaria; hablaba de la historia del sauce llorón; de una india que lloraba tanto a su indio muerto, enterrado bajo un sauce, que el árbol se volvió llorón. Con el tiempo, esa imagen de una persona llorando y hablando con un ser ausente, bajo un gran árbol y frente a una lápida, tranquilamente puede venir de haber visto la película Forrest Gump. Para cerrar una idea, diría esa que expresa Sartre desde Europa: “cada uno es lo que hace con lo que hicieron de él”, sabiendo él, y todos, que ese iluminismo volvería como un bumerán en los procesos descolonizadores.

 

Experiencia docente

Villagra es licenciado en Comunicación Social, graduado en la Universidad Nacional de Entre Ríos, y está realizando en Francia una tesis doctoral titulada La escuela entrerriana de escritores: origen y alcance de un gajo de la literatura argentina del siglo XX, en la Universidad Sorbonne Nouvelle. Con cada aporte impreso o audiovisual agrega un eslabón.

—¿En qué ciudad de Francia vivís? ¿Cómo te insertás allí?

—Vivo en Paris, actualmente soy residente. El hecho de ser un doctorante, eso me otorga el derecho a dar clases en los otros niveles de master o licenciaturas, que de hecho aprovecho. Además de los saberes específicos de literatura o comunicación, mi lengua española, en una ciudad donde se hablan diferentes lenguas, también se torna una fuente de trabajo. En este momento, además de las clases particular o grupales, también trabajo para el Instituto Cervantes coordinando paseos por la ciudad donde vemos lugares que tienen que ver con la vida y obra de autores latinos y españoles. Pero, quiero volver a relacionar ésta con la anterior pregunta; en el marco de mis clases de español, que brindo para una asociación que trabaja el concepto del derecho universal de la educación, y que tiende puentes entre Francia, algunos países de África y de América del Sur, invité a personas que protegen las lenguas guaraní y charrúa, por ejemplo, por más que yo no las hable.

—Vayamos a un momento de soledad en Francia. ¿Qué recuerdos de Villaguay, o de Paraná, te vuelven con mayor frecuencia? Digo de los buenos y los no tan buenos.

—Hay veces que pienso que el recuerdo es una sensación parecida a un sentimiento; es decir, uno no puede escoger del todo lo que siente o lo que recuerda, o eso que vive en la memoria como recuerdo. Por ejemplo, cuando uno sueña, todo allí es simbólico, en ese sentido, libre de interpretaciones que solamente el soñante sabrá aproximadamente de qué viene a hablar ese sueño. El sueño no es verdad, pero lo verdadero es el sentimiento que genera ese estado onírico. Quiero decir, lo que vuelve son los sentimientos y con los sentimientos, buenos o no tan buenos, como dices, las experiencias que las han generado. Lo que sí, quizás sucede esto, es que la distancia real, más de 14 mil kilómetros de donde nací, hace que uno tenga otra lejanía para rever los hechos. Estando en Francia, luego de trabajar varios años en escuelas públicas en Argentina, entendí que la escuela debe educar para la república, y que es esta educación la que garantiza que la república respete las diversidades que se viven en el plano de las familias. La soledad no se encuentra viviendo en el campo, al lado de un río, eso es romántico; la soledad, para mí, puede alojarse en el gran ruido de una ciudad, bajo un puente. Soledad es estar con uno mismo. En mi caso, retomando algo que escuché de Silvia Baron Supervielle, la soledad se ha vuelto creativa.

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Publicada originalmente en edición impresa de Diario UNO de Entre Ríos, domingo 24 de diciembre de 2023, pp. 12-13.