Poema y música

¿Cómo distinguir un poema de una canción?, la respuesta parece ser sencilla: el poema es escrito para ser leído y la canción para ser cantada. Ahora bien, en el horizonte se encuentran, quizás, porque poema y canción son, en definitiva, para ser escuchadas. 


En consecuencia, cuando estamos ante el caso del encuentro entre poema y música, ¿en qué caso podemos decir que es legítimo su cruce? Siempre hay que analizar ejemplos en concreto, pero digamos que en general su legitimidad radica en que, en ese cruce entre poema y música, se efectúa una nueva pieza artística basada en una forma de colaboración y no de competición entre la música verbal y la música propiamente dicha. En otras palabras, cuando hay un dialogo entre el poeta y el músico, como puede ser al caso, entre otros, de Borges y Piazzolla o Tejada Gómez y Mercedes Sosa.

En esta colaboración artística entre poema y música, por un lado, podemos diferenciar lo que es la musicalización, como por ejemplo el caso de Paco Ibáñez y los poemas de Neruda o de Sebastián Macchi y Juan L. Ortiz. Claramente allí existe un dialogo entre la palabra y la música; digamos, una preservación de la identidad de los versos (sean octosílabos, endecasílabos, alejandrinos o libres; sus acentuaciones silábicas, su identidad fónica y semántica), y donde la escucha entre texto y música es mutua. La diferencia será entre una interpretación clásica o popular. Aquí se puede distinguir, por ejemplo, la orquestación de las estrofas; una diferencia en cuanto a la estrada de los instrumentos de acuerdo con la intensidad y el ritmo que se le quiera otorgar a
la nueva pieza. Y, al mismo tiempo, la voz, como es sabido, cumple el rol de instrumento musical.  

Ahora bien, por otro lado, existe también la posibilidad de una sonorización del poema. En este caso puede que se conserve o no la letra. Y existe una modificación, cuando no transformación, del poema en tanto material acústico.  

En síntesis, la relación entre música y poesía, o viceversa, no es nueva. En realidad, si se pudiera hablar de una Historia de la Poesía, diríamos que en sus orígenes el poema fue cantado y no escrito. Al mismo tiempo, en la actualidad se suele escuchar a un poeta decir: “voy a dar un concierto”, lo cual coloca al poema y el canto dentro de una misma tradición.


Vale decir, entonces, que el hecho de musicalizar o sonorizar poemas es una práctica moderna. Ahora bien, también se sabe que hay formas, escrituras poéticas, que son más manuables para musicalizar; porque ya tienen su propia musicalidad dada por la métrica y la rima.

Para cerrar con este artículo, y no así con un tema inagotable, traeré a colación una anécdota que rescata Arnaldo Calveyra: “de la dificultad de la poesía para acercarse a la música, y a la inversa, está la tan bella historia entre Debussy y Mallarmé. Debussy llega a la casa de Mallarmé y le muestra, le dice que ha escrito una partitura sobre “L’Après-Midid’un faune”, y Mallarmé le dice: pero yo creía que ya tenia música”. Así seguimos.


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Borges - Piazzolla