En un
contexto donde se discute cotidianamente sobre el trasporte público, una
serie de registro cinematográfico, planteada sobre ruedas, es un desafío. A
mediados de 1970, Roland Barthes, comparando dos productos culturales, decía
que, por ese entonces, era más fácil hacer una película que escribir una
novela. No lo desacreditaría y lo pondría, más aún ahora, en duda; ¡y más aún si uno de los desafíos
es no bajar nunca de la marcha del colectivo!
Sobre todo en
una era digital signada (y significada) por la alta calidad de las plataformas renombradas como Netflix, lanzarse con una serie en Paraná abre un
nuevo camino para animarnos, mostrarnos, apoyar y participar de las
producciones culturales locales. Se necesitan mecenas como estos —y con capacidad de financiamiento y sin censura—, para explorarnos en nuestras partes políticamente correctas —y no tanto—, revisar estereotipos detrás de los
personajes y las historias. Vernos, autoregularnos, escucharnos para ver qué
hay allí de cierto, entrar y salir del engaño, de la fantasía y ver el acierto de entroncarse en una trayectoria de actores (no hace
falta dar nombres propios, la gente lo descubrirá al ver las escenas), que dan
vuelo a las creaciones, entre otros hallazgos.
Como
consumidor, seguramente encontraré de lo que ellos me dieron en otras partes, o
no, y ellos lo saben; porque saben cómo hacerlo. Ellos saben que ¿a quién no le ocurrió
una historia delante de las narices o inventó una de ellas viajando?, incluso
de las taquilleras donde se prende fuego todo (y es mi crítica al servicio
de colectivo). De esas, pero que nunca hiciste y que el sello de Corte Criollo logró,
son de las que podemos ver. Con el financiamiento del INCCA, y el apoyo de
públicos y privados, dentro de un proceso creativo ambicioso, con idea y dirección
de Nahuel Beada, y alternativas metodológicas para filmar que buscan una
estética, la dirección fotografía de Petro Bootz y sonido de la dupla Heber
Shaff & Leandro Drago, guión de Pablo Corino y producción ejecutiva de
Josefina Recchia, como partes fundamentales de un gran equipo técnico, más
actores y extras, ya se puso a rodar y ahora circula entre nuestras redes,
entre la vida real y la ficción, Urbanos,
la vida en colectivos. Seis capítulos con menos de 20 minutos de duración,
que quedarán para la historia, pues “ya no somos jóvenes, fugitivo”, y no podrán escapar de verlas, porque las historias no solamente se cuentan, sino que principalmente se hacen. Búsquenlas.