Brasil: Lo que nos dan de comer

En mitologías, el autor de “el grado cero de la escritura”, “fragmento de un discurso amoroso”, y otros, nos habla de la cocina ornamental. El libro esta divido en “mitologías” y del “mito, hoy”, dos partes donde Roland Barthes habla sobre su tiempo –confiesa que escribió dichos textos entre 1954 a 1956-, algunas mitologías –sobre su actualidad— queriendo poner “de manifiesto el abuso ideológico que, en mi sentir, se encuentra oculto en las exposiciones decorativas de lo evidente-por-sí-mismo”.

Cocina ornamental
Allí, Barthes, analiza las imágenes fotográficas y nos advierte de eso que “evidente-por-si-mismo” es un intento de gelatinar la superficie (…) esconder el alimento bajo un sedimento liso (en la) perseverancia de la cobertura (de esa) cocina de revestimiento y coartada, que siempre se esfuerza por atenuar o disfrazas la naturaleza primera de los alimentos. Esas imágenes, esa cocina ornamentada, esta sostenida, efectivamente, por una economía mítica.

Arroz e feijão
No es lo único que se puede come de Brasil, aunque de él está hablando el mundo. En Europa, Le Monde dice: “El antiguo presidente LuLa juega en el tribunal su devenir político"; dejando en claro que política y justicia guardan una relación; en Londres, la BBC pone: “Tribunal ratifica por unanimidad la condena a Lula da Silva por corrupción: ¿qué opciones tiene de volver a la presidencia de Brasil?”, poniendo en duda el aspecto político y haciendo hincapié en el modo de producir el castigo; En España, El País dice: “El decisivo juicio a Lula marca el futuro político de Brasil”, y recién aparece anunciado el futuro para ese país, que es lo más difícil de mostrar, aunque sea evidente-por-sí-mismo.

Ya más cerca, y no por eso más próximos a la realidad del pueblo de Brasil, El Comercio de Perú, agrega la dimensión del tiempo: “Justicia de Brasil aumenta la pena a Lula a 12 años de cárcel”; en Argentina, La Nación, aclarando de que es en otro país, dice que en “Brasil: la Justicia confirmó la condena contra Lula y se complica su candidatura”, queriendo separar aún más la realidad de los dos países --no te alejes tanto que te acercas--; donde también publica Pàgina12, pero en otros términos: “Lula, condenado sin pruebas”, cuando la prueba esta en las calles. Por último, dejamos a Telesur, de Venezuela, quien dice: “Rechazo internacional a la condena a Lula en Brasil”, y el mundo se vuelve a cerrar en una sola cena política.

Lo que nos dan de comer, es que en Brasil existe una plato fuerte entre la justicia y la política, y ubica al pueblo en las calles --como si fuera sinónimo de poder, cuando en realidad solo es una parte aparente de la cuestión, el comienzo de un nuevo orden--, y poco dicen de la realidad de ese pueblo, y de porque ese pueblo esta en las calles. Que esta resistiendo para no retroceder, pero sabiendo que Lula tendrá que avanzar si quiere su apoyo y sostén. Por eso el interés de la “justicia” de condenar y, si es posible, encerrarlo. En la figura de Lula se aglutinan para no retroceder los movimientos campesinos, los trabajadores organizados, pero también el movimiento de reivindicaciones de identidades de género, las luchas anti raciales y las de los movimientos sociales, de profesionales, la educación, la salud, los medios, la cultura.

En Brasil, el gigante de América del Sur, las contradicciones entre justicia y política se agudizan, y no hay otra manera de superarlas que resolver esa contradicción: Allí hay un pueblo en pie, que quiere hacerlo, y la mayoría de los medios de comunicación solo captan en sobrevuelo, como un objeto próximo e inalcanzable a la vez. Allí se cocina el destino y las utopías.