Argentina: El poder no está en el Congreso

Imagen ilustrativa respecto a la idea del teatro
 -y cómica a la vez-, pertenece a Santos Vargas
Lo que sucedió en torno al Congreso de la Nación Argentina, el último 14 y 18 de diciembre, reafirma que el poder no está allí: no es capaz, no tiene fuerza para algo, y ese algo es mejorar las condiciones de desarrollo de las fuerzas productivas de un país y de sustentar a su ciudadanía en un buen vivir.
El cambio social, por ende, vendrá de afuera; por eso se explica que el congreso permaneció vallado por las mal llamadas fuerzas de seguridad, verdaderas fuerzas de choque que se oponen, en su directriz, al cambio. Sin embargo, parafraseando a Rodolfo Walsh, pareciera que no quieren que tengamos memoria, para que la historia sea estanca y repetitiva, y no dinámica y participativa.
En ese sentido, y si somos conscientes que el poder no esta en el congreso, en vez de ir al choque, abría que darle la espalda y que las sesiones deliberativas para optimizar las fuerzas productivas y garantizar un buen vivir del pueblo, sesionaran en otros lados. Nuevamente parafrasearé, ahora, nobleza obliga, a Foucault: ahí, en el congreso, tenemos la manifestación de poder mas delirante que uno puede imaginar y el poder es lo que esencialmente reprime. Y lo hicieron.   
Entonces, si volvemos a ir al choque, lógicamente perderemos. Si volvemos a pensar que el poder está allí adentro, en ese congreso, y si esperamos que la solución vendrá cuando el presidente renuncie y se marche en helicóptero, no estaríamos aprendiendo la lección histórica. ¡Lógicamente quieren que se repita esa historia!, las clases dominantes por algo dominan, y quieren que esa idea se instale a como de lugar: que renuncie el presidente y ponemos otro, u otros, para que todo siga igual en ese congreso, donde no está el poder.
Si seguimos pensando que generando un estallido social vendrá un cambio social, los muertos los seguirá poniendo el pueblo. Entonces, como dice Marx en torno al Derecho, es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse con el poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas: allí está el verdadero poder.
Por mi parte, los archivos no me dejaran mentir, no ese jueves y lunes, pero yo estuve allí --y también estuve en concejalías municipales--, proponiendo leyes y ordenanzas. Pude experimentar que allí no está el poder, esa capacidad de ser capaces, de tener la fuerza para algo, y ese algo es el cambio social en un inmenso y rico país. 
Allí adentro, en el congreso, está el contubernio; está, como vimos el jueves 14, el teatro, la tramoya para hacer pasar diputados que no podían votar como aptos, con el único pretexto de dar quórum; allí adentro, no está el empoderamiento, sino más bien los que se han apoderado de las herramientas que tenemos para generar el cambio: la política y las asambleas.
Es por eso, porque allí adentro no está el verdadero poder, que el poder anda disperso afuera. Y cuando digo afuera, apelo, además, a mirar las experiencias de otros países, para ver cómo encontrar una posibilidad de cambio para el país: no descubro nada nombrando la Asamblea Nacional Constituyente; los referéndums populares, las nacionalizaciones, etc. Después de todo, aun estamos a tiempo de retomar lo que no se pudo hacer luego del 2001. Hacer autocrítica, y reconocer que la consigna “que se vayan todos”, falló, pues muchos quedaron; y, además, si todos se iban, justamente, el poder quedaba acéfalo y lo podía tomar cualquiera.

Junto con las cenizas del 2001, en muchas partes de Argentina, hay un ave fénix que, como señala la aventura, puede resucitar con mas fuerza: la experiencia truncada de “Hacia la Constituyente Social”, y es meritorio lanzarse a la aventura de resucitar esa experiencia. La cual, sintetizaría, en suma, lo que no se pudo hacer luego del quiebre de principio de siglo y la actual realidad política argentina. Que seria, básicamente, sentar en la misma mesa a las organizaciones sociales, los sindicatos y los políticos que realmente quieran hacer uso de su mote, y buscar en unidad las mejoras para la Argentina. Pues, el poder de cambio no esta en el congreso, esta en una asamblea nacional constituyente. Y el Estado no es un edifico, es una cuestión orgánica que nos compete a todos, y se puede levantar en cualquier parte que se busque la idea de igualdad.