Vestuarios de Buenos Aires



La Casa Rosada y vallada, era un viernes 4 de nov. 2016.
En relación a los viajes a Buenos Aires, en éste último, de camino di con un letrero que decía “lo primero sos vos”. Fue en Rosario. Allí, paré en una casa con pedacitos de historias como adornos en las paredes. Es así como pensé en que cada vez que viajé a Buenos Aires, siempre fue con un traje distinto. En consecuencia, fui por motivos de salud, luego por educación,  más tarde por organización y ahora por política. Éstos, en suma, son esos vestuarios a los que me refería.

Bitácora
Supongamos que tendría que hacer  similar trabajo al que hiciera Roberto Arlt cuando escribió Aguafuertes Fluviales: Los dueños de un medio le pagaron el viaje en barco, bajó en algunas poblaciones ribereñas y desarrolló crónicas sobre, por caso, Paraná; ciudad desde donde quien suscribe salió. A diferencia de Arlt, ningún medio cubrió los gastos —es más, lo deben de otras notas.
Sin embargo, llegar a la terminal de retiro me era familiar. Hasta me resultó agradable subir por la Plaza San Martín y tomar por la Peatonal Florida: un sinfín de personas cantando la palabra “cambio”. No se trataba de personas fomentando un cambio. No. No, de ninguna manera. Eran personas contratadas para vender monedas de distintos tamaños y colores. 
De todos modos, hay lugares sorprendente en la Cap. Fed. del País. Por ejemplo, el Archivo Único de la Nación. Y lo que me sorprendió de allí, es que, si bien es una institución respetable y de buenos tratos, no tiene todo.  “No es de sorprender”, dijo un estudioso que va hace sesenta años a ese lugar. “En este país hay gente que vino, hizo toda la plata que pudo y se fue sin dejar rastros; como uno de los propulsores del  ferrocarril en argentina”, aseguró el fulano de la foto. Hijo, nieto de trabajadores del ferrocarril; nació entre la temática e investiga simplemente para conocer más sobre su propia historia. 
Imagen tomada en noviembre de 2016.
Cada uno de los cambios de guardia,
antes de ingresar o retirarse, saludaban a éste
Más tarde, seguí caminando, ahora por la zona del obelisco. Y en la boca del  subte de la estación  9 de Julio, escucho que una joven comenta haber cerrado un viaje: “Ayer, boluda, en un rato; para las vacaciones y el feriado de carnaval; quince mil… —“No es nada”, dijo otra— Viste, lo hice por cyber mondey”, agregó la que contaba el cuento. Cuento que seguirá pagando durante un año y medio, de ahora en adelante.



Libro de Viaje
Por lo que refiere al libro que me acompañó desde Paraná, Capital de la Confederación Argentina (1835/1852), hasta Buenos Aires, desde la batalla de Pavón Capital de la República Argentina, extraigo algo. Parafraseando a Prabhupada, en “Problemas materiales, soluciones espirituales”, recuerdo algo así como que existe un cuerpo social; que en la cabeza esta su clases inteligentes, y en sus piernas está la clase trabajadora; y que si la cabeza andaba mal, las piernas y el cuerpo también andarían mal. Y se preguntaba: ¿Cuál es el valor de trabajar como un asno, sin ninguna inteligencia?  
Es decir, lo anterior viene a cuento, porque hay que hacer notar que hay una cabeza visible de la Argentina y esa es Bs. As. En simultáneo, pero no al mismo tiempo, hay un cuerpo; la cal de sus huesos; las tripas, el corazón del federalismo y esas son sus provincias. ¡Todas y todos vienen a abrevar a aquí!... —o allí. No sé si pensar mi país desde Bs. As. o desde el interior, o exterior—: capacitaciones, becas; investigadores, deportistas, cineastas, feriantes de ropas, etc.  Vivimos en un espacio/tiempo que viene pensándose del centro hacia las periferias. De hecho, en aquella última oportunidad estaba porque con el Frente Inquilinos Nacional (FIN), presentamos un proyecto en el Senado de la Nación. Allí o allá o acá, qué más da, lo importante es estar in; nos encontramos con referentes de diez provincias. Al menos, y seguramente más si pasamos al plano de los contactos. Son más de seis millones de inquilinos en el País. Y yo dije presente. Como una manera de ser consciente de lo que estoy viviendo y dejar un testimonio de éste momento. Momento en el cual vestí de inquilino a Bs. As.

En síntesis, saliendo de la cabeza visible de Argentina, de regreso a Entre Ríos, la cartelera de una compañía de seguro insistía: “lo primero sos vos”. Lógico, todo cambio comienza de lo individual, pero sin lo grupal no tiene sentido. La lógica del individualismo nos ha hecho perder la noción y condición de lo particular. Entonces, el derecho a la propiedad privada que algunos defienden, es el derecho de algunos pocos a gozar de lo que todos necesitamos.