La Paca danza en el aire con los pies en la tierra

Ph 2016 antes de su viaje a Costa Rica.
María José Pacayut, hija de Ruth y Abelardo, nació el 11 de octubre de 1976, en Empedrado, provincia de Corrientes. Inmediatamente su familia se mudó a Islas del Ibicui, en Entre Ríos, pero para los 13 años ya estaba radicada en la capital provincial, Paraná. Desde allí pasó a Rosario, Santa Fe, y luego partió con su paño de artesana y su equipo circense hasta el país de México. Actualmente es madre de dos hijos: Lamat, de catorce, y Jaguar, de siete, ambos nacidos por parto respetado en Costa Rica. Ha viajado por un puñado de países de Latinoamérica, e inclusive vivió, en 2002, en Río de Janeiro. Allí entrenó con la que dice ser su maestra en vida, Nana Alves. Hace poco ambas se encontraron en Francia. En fin, Paca, en 2003, se radicó en Paraná y años después fue una de los artífices de la Escuela Municipal de Circo. Actualmente, previo a su viaje a Costa Rica, al Festival Internacional de Danza Aérea, dialogamos para ver cómo es ser ella en danza entre el cielo y la tierra.

— ¿Cómo conjugas tu vida, que por una parte es en el aire por la Danza aérea y por otra en la tierra, dado que eres madre e hija, artesana, coordinas talleres, y demás?

— Yo tuve mucho tiempo de búsqueda para poder vivir y ser lo que hago en el aire y artísticamente. Vivir de eso no es fácil. De alguna manera tuve que generar un profesionalismo para poder plasmar una carrera que no está instaurada. Ahora recién se empieza  a desarrollar de manera profesional y los circenses pueden llegar a tener título. Cuando yo empecé no era así. Ahora, me parece que tiene que ver con un recorrido… No me sale la palabra: autodidacta; pero no es autodidacta, porque es tomar de otras personas saberes y también transferir. Yo soy muy creyente del que el conocimiento tiene que estar en constante flujo: si uno no lo da, tampoco llega. Entonces, me basé como en esa idea de dar para poder ir tomando también e ir creciendo de esa manera. Y en ese crecimiento poder anclar en lo terrenal, que es básicamente el sostener a unos hijos. Supongo que se entra a una parte más burocrática, donde se llega a plasmar todo lo que es el arte, la enseñanza, la metodología, la trasferencia de estos conocimientos. Por ejemplo, para poder presentar un proyecto y generar una escuela. Todo lleva un tiempo de madurez, porque cuando yo empecé circo fue de una manera: muy nómade, suelto y sin ataduras. La verdad nunca pensé enraizarme en esta ciudad, pero cuando volví de viaje todas las puertas se abrieron, y me di cuenta que acá no había y la gente necesitaba eso. Yo también necesitaba de un descanso y parar. 

— ¿Cómo empezaste tus actividades en Paraná luego de regresar de viaje?

Presenté un proyecto, arranqué en el Centro Cultural y de Convenciones la Vieja Usina, con un taller integral de circo. Lo poco que sabía, lo transferí como pude. Más que nada en un nivel humano. En ese momento no me paré desde un lugar de maestra, sino de querer compartir lo que sabía. Y estuvo bueno porque se llenó de gente que estaban buscando y no sabían que estabas buscando. Se encuentran así mismo; vaya a ser circense o no en su vida. Llegar a un lugar y no ser enjuiciado y libre, te cambia la vida. Están cómodos. En Paraná no encontraba esos lugares. Entonces,  generar un espacio así me llenó tanto que me quedé y lo seguí desarrollando. Después presentamos el proyecto de la escuela de circo. Fueron muchos años de trabajos sociales, de experiencias que me fueron armando para poder plasmar la idea concreta de cómo traerlo a la tierra. Y, a la vez, esa ansiedad de querer crecer en cuanto al conocimiento, a lo pedagógico a cómo tratar a un niño. 
Ph: Manu Verzeñassi

MÁS ALLA DE LO ARTÍSTICO

— ¿Cómo haces para preparar un espectáculo grupal, cuando aparentemente todo es desafío personal?

Separé; un grupo para hacer algo más artístico y otro para entrenar, en niveles intermedio o avanzado. Pero a medida que pasan los años uno se va empoderando en sus ideas. Y para mí, la vida pasa por el servicio con el otro. Dar. Y el arte es dar, es darse uno mismo. Entonces, si vos vas y te paras escénicamente en un espectáculo y no eres vos mismo, no le vendes nada a nadie. Porque se nota de acá a la china que vos estas queriendo ser algo que no eres. Eso es algo que se entrena como subir a la tela: poder abrirse y brindarse a los otros. Eso es un entrenamiento en mis clases, desde la semilla: soy con los otros, miro que necesita mi compañero; le acomodo el colchón, le bajo el elemento, miro como está colgado; si tiene una dificultad lo ayudo en lo que pueda. Primero, en lo que es la vida misma, en el dar y en el compartir, y después a nivel artístico. Lo que hago es mucho trabajo de sensibilización, de ritmo grupal, de composición, de expresión corporal. Que no son específicamente de expresión corporal, pero tiene que ver con el estar presente con cuerpo y alma. En uno mismo y con los otros. 
— ¿Cuál es la búsqueda escénica que propones?
—Hay un ensamble grupal donde paralelamente están pasando muchas cosas; puede haber cinco en escena y al mismo tiempo cinco arriba alcanzando los elementos, y hay cinco que le entran un colchón a cada uno. Entonces, yo hago un trabajo antes de comenzar una función donde hacemos una ronda  y hacemos un contacto visual, entonces cada uno se conecta. Primero, con la gente que trabaja en escena visualmente; imagina que cada uno es una luz y que están unidos por línea de luces. Se imaginan todos y así terminamos armando una gran red de luz, interactuando. Porque si no estamos todos en la misma vibración es una farsa, porque estamos haciendo para parecer algo que no somos. Si somos un grupo somos un grupo y si no somos un grupo estamos brillando cada uno en sí mismo. Entonces, lo que yo les digo: estrellitas acá, no. Se van solos igual, porque no vibran. Eso es lo que me llena, no que se llene de entradas y nos de plata. Pretendo que se vean las individualidades realzadas por el grupo, sostenidas por el grupo. Por lo general yo llevo una idea, o la vamos armando entre todos, pero eso cambia y va cambiando todo el tiempo. Porque capaz uno montó un número y no lo puede hacer y viene otro y lo remplaza. Siempre es como una comunión. El individuo sosteniendo al grupo. Por ejemplo, antes de estrenar todos están en caos emocional, desbordados; y yo que tengo que dirigir, también me desbordo. Y más ahora que estamos trabajando con otros artistas, siempre es más gente. Y siempre sin fines de lucro, porque cuando hay mucha gente es por amor al arte. Igual lo que reditúa es muy grande, no tiene precio. Después queda el vínculo entre las personas que trabajaron en un nivel de apertura, porque terminan conociéndose tal cual son. Yo los paro a mirarse a los ojos durante minutos. Si hay asperezas, hacemos ronda y nos las decimos. Lo que no me gusta del otro es algo que aún no integro de mí mismo. Nadie viene acá a enjuiciar a nadie, nosotros venimos a disfrutar de lo que hacemos. Hay mucho estrellato en esto, es una lucha constante con el ego y a la vez el artista es ego, porque sin ego no podes hacer nada a nivel escénico.  

HACIENDO ESCUELA

— ¿Cuál es tu objetivo respecto a tus alumnos?

— Trasmitirle la idea de que en el circo y en las disciplinas que tienen destrezas, el primer desafío es vencer la frustración. Porque constantemente tenes nuevas cosas para hacer, que no te salen. Nunca vas a terminar y llegar al tope, porque siempre podes ser mejor. Me fascina la idea de cómo cada persona se encuentra en lo que hace así misma, venciendo sus propios miedos y sus propios límites. Eso es lo que a mí me ancla a la tierra; ver el cambio que genera en los otros. 

—Para vos, ¿qué significa la Escuela de Circo?

— La escuela de circo es para mí es una trabajo social, desprendido del ego y que tiene que ver con la idea de cambiar el mundo. De sembrar esa semillita para que las cosas sean de otra forma. No puedo decir que soy apolítica, porque soy re-política, no partidista; pero el sistema es algo que no puedo asimilar. La escuela está hace diez años y ha ido creciendo. Hoy somos once docentes y tenemos entre doscientos y doscientos cincuenta alumnos, y han pasado miles. Hay algunos chicos que han pasado por la escuela y hoy son profesores: Gisela Reyna, el Chema, el Rulo, el Pelado (que ahora están en La Moringa). Quienes estuvimos trabajando al principio en la escuela de Circo fue con Juanqui Izaguirre, Leandro Bogado, María Elena Vásquez, también estaba Verónica Kuttel. El primer año hicimos un espectáculo llamado Entre Cielo y Tierra. Estaba en ese momento el Topo Obaid, la Pola Ortiz, había muchos artistas que yo no sabía quiénes eran porque estaba recién llegada. Luego, armamos con gente del taller de Danza Contemporánea, de la Escuela de Danza, Música y Teatro, donde yo era alumna. En escena había treinta y pico de personas y llenábamos. Eso se siguió desarrollando y luego se armó un grupo que llamamos La Tribu del Sur. Esa escuelita es como una gran familia que se expande cada vez más. El nivel de compromiso que tiene los padres con el espacio es destacable. Y nosotros hace diez años que trabajamos para el municipio y no tenemos contratos, somos monotributistas. Nos dieron, en otro momento, un contrato de obra, que luego nos lo quitaron, y nunca nos pasaron a un contrato de servicio. Así como estamos nos van renovando el contrato cada tres meses. Entonces es una lucha constante por sostener el espacio, porque el espacio se sostiene habitándolo. ¡No hubo gestión que nos baje! Nosotros, con la misma cooperadora, fuimos comprando los materiales. Han querido pasar y hacer un inventario para llevar todos los materiales al municipio. Hemos pasado por de todo, hasta se quiso privatizar el Gloria Montoya, pero nosotros nos mantuvimos dando clases. Yo sostengo que mis jefes son los alumnos, no el gobierno de turno. Yo no cobro hace seis meses y tengo que venir todos los días a traer papeles. Pero si uno no va a dar clases, se cae el espacio. Hay una generación de chicos de dieciocho años, que por lo general andan en la calle boyando. Y ahí se encuentran venciendo sus propios límites, cuidándose entre ellos y siendo ellos mismos con los otros. Nosotros somos parte de lo que hacemos en la vida. 

APUNTES

Después del testimonio de la artista singular que es Paca, pareciera que ya no hay que agregar sobre la personalidad de ella. Sin embargo, rescatamos a nuestro favor una forma de confesión utilizada en la historia del periodismo, que nos ayuda a conocer cómo piensa y siente la entrevistada. 
LA CUALIDAD QUE MÁS APRECIA EN: Mujeres: la conexión con la fuente de la naturaleza, con su don de dar vida. Hombres: la integración de sus rasgos femeninos.
SU IDEA DE FELICIDAD: Poder habitar, ser y estar en el momento en el que estoy, sin atarme a una idea y siendo feliz en las diferentes facetas.
SU IDEA DE DESDICHA: La esclavitud de los mandatos de la familia en nosotros.
EL DEFECTO QUE MÁS FÁCIL PERDONA: La impulsividad.
EL DEFECTO QUE MÁS ABORRECE: La mentira.  
LO QUE LE GENERA ANTIPATÍA: Las personas con ansias de poder desde lo material que no se preocupan lo el otro.
OCUPACIÓN PREFERIDA: El arte.
MODELO DE MUJER: La partera. 
FLOR PREFERIDA: Todas.
NOMBRES PREFERIDOS: Además del de mis hijos, Ceibo y Alondra.
COMIDA PREFERIDA: Pescado.
FRASE QUE LA IDENTIFICA: Agradezco los cambios con el corazón agradecido aunque hoy no entienda las bendiciones que ellos encierran.