Aunque muchos
digan lo contrario, la universidad es una isla. Para algunos, como Paulo
Freire, “no existe sociedad sin educación“ y considera la educación como un
arma de libertad. Sin embargo, hay quienes creen que la Universidad debe
enfocarse en problemas estrictamente pedagógicos, reducen el trabajo de la
“educación” a un especializado método de supervivencia personal antes que una
práctica por la libertad y la educación del ciudadano. Se les puede
llamar “seudos”. Seudo es quién finge ser, y ser un educador
universitario implica ubicarse en el tiempo y en espacio que le toca vivir, dar
opinión, formular posibles soluciones a los problemas, materializar los sueños
de su sociedad, hacerlos realidad. Enseñar para el cambio y no para la
domesticación. Claro está que existe una independencia entre la
actividad propia de la universidad y los individuos que la integran.
Hay un antes, un
durante y un después de la Reforma Universitaria de 1918 que iluminó a todo el
mundo y puso en jaque la universidad para las `elites´. Se dieron pasos:
avanzó, antes los ámbitos resolutivos excluían a los estudiantes como parte
activa en la vida universitaria. Con relación a aquel pasado de lucha,
retrocedimos varios pasos, la academia ya no se expresa, no se moviliza, por
ejemplo, ante el caso de la niña entrerriana de once años, en relación al
aborto, tampoco acompaña la lucha por frenar la contaminación socio-ambiental y
para pedir esclarecimiento por las muertes de quienes se oponen; es más,
ha aceptado canallescamente fondos económicos de empresas
trasnacionales y altamente contaminantes que, al mismo tiempo, condicionan su
trabajo, a decir, preparar personas con formación e información capases de resolver
determinados problemas de diversas índoles —definición que es relativa a la
formación económica-política–social.
La Universidades
no son artefactos para educar al ciudadano. Escasea la mirada crítica. Ahora
los medios de comunicación social son verdaderos factores de producción en la
vida simbólica del ciudadano. Los medios de comunicación ven en las
Universidades fuentes de información, y las Universidades ven en los medios
posibles fuentes laborales para los graduados.
Si bien es cierto
que las Universidades deben preparar ciudadanos con formación e información
capaces de resolver determinados problemas de diversas índoles, no es menos
cierto que su tarea no debe ser meramente académica. Lamentablemente no existe
acompañamiento a los estudiantes, en conjunto, para trabajar en el desarrollo
de las capacidades personales. Los problemas no son sólo científicos o
técnicos, son también culturales, sociales, económicos, políticos y también
ideológicos.
Con claridad y
contundencia, Julio Antonio Mella afirmó en 1924: “las universidades en los
países capitalistas modernos crean abogados, ingenieros, técnicos de toda
naturaleza para servir a los intereses económicos de la clase dominante”. O
chenta y ocho años después, el periodista Hernán López Echagüe agrega: “no hay
mejor bocado para el poder político y económico que la soledad, el
individualismo, eso de ponerse a responder solo y a las patadas”. Y aquí estoy,
a las patadas y solo, a pocos días de rendir mi último examen final.