El Amor puede salvar al (en el) Mundo.

Pedimos al Poeta del Pueblo que escribiese el presente texto y nos contestó que no podía, que se encontraba amando.
Entonces, sin pedirle a la máquina que contestara a nuestro interrogante, comenzamos una búsqueda por el paraíso, así como definió J. L. Borges a la biblioteca. Llegamos, entonces, a diferentes Versos, Odas, Sonetos, Ensayos, en fin, diferentes retazos de una tela larga por cortar en literatura: el paño del amor. 
Luego, consultado el resultado de aquella búsqueda, el Poeta dijo que él no hacía literatura, y que de ese paño no puede cortar, que solamente estaba convencido de un posible título: “El Amor puede salvar al (en el) mundo”. 
Lo decimos como una certeza, pues el lector gusta servirse de éstas… seguramente él sabrá de otros que ya han degustado el exquisito gusto del amor; que es tu amor, el de otro. 
“Mi amor que gime y que llora”, como siente José Martí en “Versos Sencillos”. “El Amor”, al que Pablo Neruda le dice: “QUÉ TIENES, QUÉ TENEMOS? Porque hay miles de amores, y lo demuestra el poeta chileno con “El AMOR SOLDADO”, que va “a crecer en la marcha.”; “y porque amor combate”, como continua diciendo para siempre.
No pasó mucho tiempo hasta que dimos con una “Selección de poemas de Amor”, y nos llevamos como pinceladas que Rubén Darío decía: “Amar, amar, amar, amar siempre, con todo”. De Federico García Lorca que nos alerta del “¡Muerto de amor!”. De las delicias que escribe Lope de Vega en “Varios efectos del amor”, pues como dice: “esto es amor; quien lo probó, lo sabe”. Incluso César Vallejo dejó su “Definición del Amor”: “un amar solamente ser amado”.
Buscamos en todos los tiempos y lugares, y Miguel Cervantes Saavedra, por su parte, dijo: “No amar y vivir es imposible”, será por eso que es posible escribir: “Contemplar a dos amantes es un espectáculo de dioses”, como dijo J. W. Goethe; algo que ya  Shakespeare se preguntaba: “Y, ¿qué otra cosa es el amor? Locura prudente, hiel que ahoga y medicina suave.”
Por lo hasta aquí expuesto, y por lo mucho que falta, y porque queremos sentir el amor y comprenderlo, nos jugamos en decir que “El Amor puede salvar al (en el) Mundo”, y el paréntesis es para que cada uno pueda elegir en qué parte de la realidad se encuentra, pues quién más que nosotros, como dice Oscar Wilde, vive entre “dos mundos: el de la realidad, que existe sin necesidad de hablar de él, y el de la imaginación que solamente existe si se habla de él”.
El amor, en la antigüedad, no estaba dentro de la Sociedad, ya es sabido que las relaciones se establecían por conveniencia; eran formadas las parejas por los padres, y el amor, “en el sentido moderno de la palabra”, dice el alemán Karl Marx, era cantado por los esclavos, “pero fuera de los esclavos no encontramos relaciones amorosas sino como producto de la descompensación del mundo antigua al declinar éste”.  Marx continúa, y sorprende:
“Nuestro amor sexual difiere esencialmente del simple deseo sexual, del eros de los antiguos. En primer término, supone la reciprocidad en el ser amado; el eros antiguo se está lejos de consultarla siempre. En segundo término, el amor sexual alcanza un grado de intensidad y de duración que hace considerar  a las dos partes las falta de relaciones íntimas y la separación como una gran desventura, si no la mayor de todas”.
El amor es provocativo, pues a quién no le llama la atención el amor, a quién no le provoca sensaciones el amor. 
Y si hablamos de provocativo, en nuestra búsqueda sobre el amor, no podemos olvidarnos de David Kopper, quien da pistas para pensar las “alternativas de liberación individual a través del amor”. Dice: «el amor sólo toma la temperatura adecuada para efectuar este despliegue, una vez atravesada esa región —habitualmente considerada como ártica— del respeto total por la propia autonomía y del de cada una de las personas conocidas».
Y si hablamos del amor, y de las frases que lo nombran, no olvidemos las que dicen: “Un verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor. Amor a la humanidad, amor a la justicia y a la verdad”, que son las que decía el argentino cubano, internacionalista,  Ernesto Che Guevara. El amor no tiene fronteras, es la energía aún no capturada, “El amor es un centro con extrañas filiales”, dice Mario Benedetti. “Y (porque) el pecho del amor (puede estar) muy lastimado”, como dice San Juan de la Cruz, “Hay que ayudar a la esperanza con todo lo que se tiene”, como dijo Julio Cortazar, pues en el amor está la esperanza, y no por nada Dámaso Alonso escribió “Amor amor, espejo de la muerte…” O decimos que el amor puede salvar al mundo o morimos.
Si hablamos de amor, no hablamos de él como una cualidad, sino como un fenómeno relacional y biológico, coincidiendo con el chileno Humberto Maturana, formado por conductas a través de las cuales el otro, o lo otro, aparece como legitimo en la cercanía de la convivencia, entendiéndose que la legitimidad del otro se constituye en conductas u operaciones que respetan su existencia como es, sin esfuerzo y como un fenómeno natural del mero convivir. 
Si nosotros no aceptamos sistemáticamente vivir el amor, como dice Humberto 
Maturana, nos enfermamos. El amor es, así, decisión, elección y actitud. Se emprende y se aprende. El vivir es esencial para la realización de todo lo que hacemos como  seres humanos, y todo lo que hacemos los seres humanos ocurre en la realización del vivir. 
El amor, como fenómeno del convivir, atraviesa a las organizaciones y  sin él no podríamos existir.
El cambio cultural ocurre cuando surge un nuevo acontecimiento  que se mantiene y se sostiene en ese emocionar de los miembros de la comunidad, en forma cotidiana,  a través del lenguaje  convertido en conversaciones. De lo cual se puede deducir que la cultura es una red cerrada de conversaciones  y que el cambio  cultural ocurre cuando se produce un cambio de conversaciones en esa red. Así es como surge el amor: como un modo de vivir en el conversar, en redes de conversaciones, en un entrelazamiento entre el lenguajear y el emocionar, para nunca más sentirnos solos. 
Es entonces que partimos y regresamos a la afirmación del comienzo: el amor salvara al (en el) mundo.