Celebración de una Diosa



¿Qué nos sucede?
Con todo el peso cultural y político que tiene el patriarcado aún en el SXXI, el 2 de febrero se organizó y desarrolló  la celebración de una Diosa (sí, mujer): Yemayá. 

Centenares de personas, de todas las edades, y en buena hora, muchos niños que son el devenir de lo que los mayores tenemos por concepción de vida.

Yemayá (Yemojá, Yemanja, o Ymoya), forma parte de una celebración de Espiritualidad Africana. Yemayá, se decía, era “tan poderosa, que se dice que es la más poderosa, pero por su carácter arrebatado perdió la hegemonía del mundo, y se le dio el dominio de la superficie de los mares” .
Entonces, veo claramente que las maneras de vivir, en este caso la espiritualidad, van cambiando. Y no es novedad. Simplemente que toda la celebración vivida en coordinación con muchos otros ciudadanos, disfrutando del río, refrescó algunos pensamientos, filosóficos, a los cuales accedemos, por dar un caso, en la universidad:
“¡Los dioses también se corrompen! ¡Dios ha muerto! ¡Dios está muerto! ¡Y lo hemos matado nosotros! (…) ¿No deberíamos convertirnos en dioses para ser dignos de semejante acción?”. Nunca hubo un hecho mayor, ¡y todo lo que nazca después de nosotros pertenecerá, en virtud de esta acción, a una historia superior a todo lo que la historia ha sido hasta ahora!” .
Dicho esto, por Friedrich  Nietzsche en La Gaya Ciencia escrito en 1882, vemos que la idea de Dios ya no es única, pues hoy estamos celebrando, también Diosas. 
También vale decir que todo lo que auguró Nietzsche, esto de: “todo lo que nazca después de nosotros (…) pertenecerá, en virtud de esta acción, a una historia superior”, programáticamente sirvió a los totalitarismos. En otras palabras, nos podríamos haber convertido (como linaje humano) en una humanidad distinta, sin embargo no fue así. 
Autocríticamente, también hay que decir que, si bien celebramos Diosas, hay actos ciudadanos particularmente organizados por mujeres, que quizás no tiene la misma concurrencia. Y ambos son legítimos teniendo en cuenta que son distintos puntos de vistas dentro de una misma lucha antipatrialcal.
Reitero, no es menor que abiertamente y con numerosa participación, vivamos  una celebración, sin duda relacionada con el emocionar de las personas conviviendo en una ciudad, pero fundamentalmente por tener en cuenta que: “Habiendo reinado como “La dueña de la vida” la mujer pasó a ser, durante el patriarcado una posesión masculina de último orden, primero estaban la tierra, el ganado y otras pertenencias”, tal cual dice Liliana Peraza en su trabajo sobre “un acercamiento al psiquismo mágico femenino” .
La celebración vivida en el balneario el Thompson, habla, como dice el escritor chileno Humberto Maturana, de que  “El mundo está cambiando”, y siguiendo con su visión, coincidir   en que “vemos que los derechos de las mujeres han llegado a ser aceptados, ¿es así? Podemos decir que las mujeres están recobrando sus derechos como ciudadanos totalmente democráticos a través de los movimientos feministas. Pero, el hecho de que la mujer afirme, y que los hombres concuerden con ella, de que ella tiene que luchar o pelear por lo que ella afirma como sus legítimos derechos como ciudadana democrática, reafirma la patriarcalidad, que es precisamente el dominio cultural donde la cuestión de la dignidad y el respeto mutuo en las relaciones humanas son vividas en términos de derechos y deberes que tienen que ser asegurados en alguna forma de lucha social. No como algo natural y propio de la convivencia social humana. Es la disolución de la lucha que debe llegar después de la lucha el verdadero propósito de esa lucha, y tal disolución sólo es posible en el pasaje de una cultura patriarcal a una neomatriztica” .
Maturana, reconoce en el origen de la democracia (Griega) una ruptura neomatriztica en el patriarcado, sin dejar de reconocer las características particulares de esa democracia, y de la participación netamente feminista en la democracia actual. Ahora bien, también cabría decir que las reivindicaciones de la mujer no provienen pura y exclusivamente de posturas “feministas”, como pienso que se da en este caso. Y si bien, la celebración de una Diosa, Yemayá, sucede en un plano espiritual, no menos verdadero es que sucede en un plano social de nuestra democracia, que es, ni más ni menos, que hablar de las cosas en común, de un proyecto en común.
Y así vamos.