El arte: entre lo funcional y lo necesario


PH: tomada en el Centro de Arte del Club Universitario. 

¿Qué decir del arte?

I
Que según las formulaciones más aceptadas y utilizadas para explicar el concepto de arte, es  una práctica dentro de la cultura. Y que en el producto artístico, el humano, pone su trabajo, su capacidad de sentir y de pensar, de relacionarse con el mundo y con otros y otras. Antes de seguir, vale preguntarse, entonces, ¿qué es la cultura?
Dar respuesta a una definición de arte y cultura, valdría la pena que sea con una autocrítica: conocemos más sobre las definiciones eurocéntricas respecto al arte y la cultura, que sobre el arte y la cultura de abya yala. En otras palabras, tendría que reconocer el carácter de colonizado, y aceptar la visión del indigenismo o llamados pueblos originarios. 

II
Herbert Marcuse, escribe un ensayo  titulado El carácter afirmativo de la cultura. Allí hace referencia a la tradición que a ellos, como europeos, les llegó, pero que también, de hecho, llega aquí por las Universidades. Él dice:

“En la época burguesa, la teoría de las relaciones entre lo necesario y lo bello, entre trabajo y placer (por la tradición griega), experimentó modificaciones fundamentales. Por lo pronto, desapareció concepción según la cual la ocupación profesional con los valores supremos es patrimonio de una determinada clase social. Aquella concepción fue remplazada por la tesis de la universalidad de la “cultura” (…) en tanto seres abstractos, todos los hombres deben tener igual participación en estos valores: Así como en la praxis material se separa el producto del productor y se lo independiza bajo la forma general del bien, así también en la praxis cultural se consolida la obra, su contenido, en un valor de validez universal (…) Bajo la cultura afirmativa se entiende aquella cultura que pertenece a la época burguesa  y que a lo largo de su propio desarrollo ha conducido a la separación  del mundo anímico – espiritual, en tanto reino independiente de los valores, de la civilización, colocando a aquel por encima de esta. Su  característica fundamental es la afirmación de un mundo valioso, obligatorios para todos, que ha de ser afirmado incondicionalmente y que es eternamente superior, especialmente diferente al mundo real de la lucha cotidiana por la existencia, pero que todo individuo “desde su interioridad” sin modificar aquella situación fáctica, puede realizar por sí mismo (…) La cultura afirma y oculta las nuevas condiciones de vida”[1].

III
Es decir, naturalmente, el cambio es un hecho. De todas formas, no se ha supera la época burguesa.  A decir de Fernando Hugo Azcurra, “vivimos en una nueva época  de la historia mundial: es la del tránsito de una sociedad que declina, moribunda, pero aún fuerte, y otra que nace, reclamando su derecho a la vida, pero aún débil. Situación que se reconoce en toda época de cambio histórico, de turbulencias, de rebeliones, entre una sociedad establecida que se niega a desaparecer y otra que viene a desplazarla. Nuevas relaciones sociales, nuevas formas de producción, nuevas modalidades de vida y cultura”[2]. Entonces, así se entiende porque hoy aún prevalece la idea del “artistas”. Es decir, el artista es producto de la división social del trabajo. Así como está el panadero, y también está el guitarrista; y ambos, en estos tiempos,  librados a la suerte del consumo de su obra. Lo ideal sería que el panadero pueda tocar la guitarra, en sus momentos llamados de ocio, y, por su parte, el guitarrista, cocinar su pan, si así ambos lo quisieran.
Sin embargo, la situación es otra. El artista, si quiere vivir de su obra, se ve seducido por certámenes, con bases y condiciones donde exponerlas.  Ejemplos sobran. El  mismo Estado, como administrador de los bienes y distribuciones, también forma parte de la vida cultural y artística, con sus políticas culturales, y también co certámenes. En esos casos, dependiendo de su orientación,  el gobierno de turno puede hacer actividades públicas  más participativa o bancaria, centralista o descentralizada, accesible o inaccesible.
Muchas veces las actividades en culturales se efectúan en las zonas céntricas, llamadas dentro de los bulevares, o en el límite. O, directamente, en el Teatro de Centro. 
En una entrevista al pintor del siglo XX, Pablo Picasso, decía:
“Por mi parte, desde el “cubismo” y más lejos aún, he contentado a esos señores y a esos críticos con las múltiples extravagancias que me han venido a la cabeza, y cuanto menos las han comprendido, más las han admirado. A fuerza de divertirme con todos esos juegos, con todas esas paparruchas, esos rompecabezas, acertijos y arabescos, me hice célebre rápidamente. Y la celebridad significa para un pintor: ventas, ganancias, fortuna, riqueza (…) Yo no soy más que un bufón público que ha comprendido su tiempo. La mía es una amarga confesión, más dolorosa de lo que pueda parecer, pero que tiene el mérito de ser sincera”[3].  La entrevista fue publicada en 1945, y Picasso vivió entre 1891 y 1973.

IV
En síntesis, en una obra artística, sea una obra teatral, literaria, musical, de gestión, etc. en su producción hay que destacar el concepto social, ideológico y político; allí aparece, en forma material, el espíritu del autor.
   





[1] Pág. 50/51, de Cultura y Sociedad. Ed. Sur 1968.
[2] Pág. 3 Imperialismo y Socialismo.  Ed. Cooperativas (2010).
[3] http://www.avizora.com/publicaciones/reportajes_y_entrevistas/textos_0002/0013_pablo_picasso.htm