"Mírense en estos espejos textuales…", palabras de Miguel Ángel Federik en la presentación del libro "Benavento"
Presentación del libro Benavento, Ed. Azogue. En la Biblioteca Popular Bartolomé Mitre, Villaguay 2019. |
Hacerse cargo de
cuánto en la literatura entrerriana ha venido sucediendo desde hace más de un
siglo y aún sucede de algún modo… y hacerse cargo de aquellos maestros, hoy
bastante ignorados que corporizaron y textualizaron ese cambio… es algo más
profundo y más significante que publicar un libro: es hacerse cargo.
Este “Benavento” de
Mario Daniel Villagra contiene -y tal vez por eso- una “Cronología”
imprescindible para saber que Benavento no sólo fue esencial a esa Entre Ríos,
sino también a otras provincias; una “Selección” de sus poemas -perdidos en
ediciones más o menos modestas o de circulación restringida- para demostrar la
hondura y belleza de su palabra; una bibliografía y una biobibliografía para
conocer su obra editada y cuanto de él se ha dicho, y algunas fotografías del
autor, sus monumentos, y en otras con sus amigos, pocos de ellos desconocidos.
En este libro de casi 150
páginas, la mirada o el análisis crítico de Villagra, no supera las diez páginas…Su trabajo meritorio y casi secreto
ha sido ordenar, colectar, seleccionar y verificar datos, leer su obra
completa, indagar en archivos y mostrar al otro, reservándose para sí un rinconcito
exiguo, casi testimonial…como quien abriese una generosa y venturosa ventana
contra el olvido, que nunca es bueno y siempre engaña.
Y por eso digo hacerse
cargo…cargarse en la mochila “un dromedario cargado de piedras preciosas” y
devolverlo al presente, vivo en su palabra, andante en sus perennes soledades e
imprescindible en esas capas superpuestas de lengua, sin la cuales al fin y al
cabo, no habría habido lengua presente de aquí, ni la habrá hacia el
futuro…porque nada nace de la nada, amigos…y mucho menos cuando nos enfrentamos
a la palabra poética y más aún ante una palabra poética y situada…
Y hacerse cargo de Gaspar
Lucilo Benavento, es recordarnos las
márgenes luminosas del camino…O al revés, y aunque esto incomode a muchos: enfrentarnos
a la lengua nuestra -y mucho más a la
lengua poética que no nace con nosotros ni es una donación del aire, del agua o
del tiempo: hay que adquirirla, y Villagra da cuenta aquí de ese camino.
Mario Daniel ahora vive en París donde sigue
estudiando y también allá ha seguido allá las huellas de otro insigne
entrerriano como es Arnaldo Calveyra: un poeta de culto para los franceses, no
para nosotros, que nos lo perdimos. O lo ignoramos, para ser la decadencia
provincial que somos.
Es decir este libro da
cuenta vital que la lengua -en términos de literatura en serio- no es un regalo
maternal de la infancia; y ni siquiera de ciertos aprendizajes locales… si no
una adquisición, un esfuerzo y una ética: pues elegir una lengua, es también
elegir un destino, y tomarse estos trabajos, es comprender que la poesía real
es un diálogo entre los vivos y los muertos, otra lengua, otras percepciones.
Pensemos que el nombre de
esta ciudad, aparece por primera vez nombrada en la gran literatura nacional
por Alberto Gerchunoff -allá por 1910-
cuando todo aquí eran calles de tierra, un par de casas a la italiana y unas
ilustres casas criollas de techos a dos aguas y la Escuela Mitre y/o la Selva
de Montiel, educaron por igual a niños del futuro tamaño de Daniel Elías, o de Juan
L. Ortiz por ejemplo. Y recordemos que Gerchunoff no escribió en su lengua materna, si no en
una lengua otra, que ahora es esta en que hablo de algún modo…y aún sin
alcanzar ni su profundidad, ni el estilo de su gracia.
Pensemos que este libro trata de
Gaspar L. Benavento, poeta menor, según el canon vigente… pero que ahora lo
recupera un poeta-crítico como Mario, que revisita esas márgenes, como quien
leyera de nuevo y desde lo suyo …que es derecho y obligación para toda
generación bien informada y para todo aquel que quisiese decir -seriamente- lo
suyo… pues nada nace desde la nada… Y en esta portentosa decadencia argentina:
recordar, ya no es el cómodo placer de la melancolía, sino un gesto
imprescindible y revoltoso, que recupera a los revoltosos de ayer…
Y es hora de decirlo de una
vez por todas: saber leer y escribir, no implica necesariamente -en literatura real- que se sepa leer o se
sepa escribir…Si así fuera, todo la literatura sería la palabra corriente
y usual y todos estaríamos muertos dentro
de nuestras propias palabras, las consignas imbéciles de las estupideces
publicitarias, o el prostituido lenguaje de las redes sociales que destruyen el
lenguaje, para destruirnos la intelección y
la vida… y hacer de cada uno de nosotros con un telefonillo coreano un
ser al margen del mundo, un ser al margen de la lengua…una criatura digital al
margen…un enajenado nuevo, la víctima novedosa gozoza de su muerte virtual con
cincuenta o sesenta entradas diarias a su pantallita de giladas.
Pensemos que poetas como Elías,
Ortíz, Manauta, Benavento, Mastronardi, Luís Alberto Ruíz, Alfonso Sola
González, Amaro Villanueva, y un par de otros tantos, no escribían porque
sabían escribir, y ni siquiera
escribieron haciendo “literatura”, sino que realmente fundaron otra literatura:
es decir, otra forma de mirar/hablar/escribir y de comprender estos mundos
interiores domesticando la heredada lengua a la vez que abrían horizontes de
percepción e incorporando unos vocabularios y unos colectivos sociales, no
ausentes a ciertos mestizajes con el cosmos guaranítico que Benavento también
conociera…
Y según creo, Mario Daniel es
devoto de ciertas concepciones de un pensar latinoamericano profundo, es decir
que Argentina no es algo que nació en 1810 sino que es mucho más antigua, lo
cual es un modo de pensar para re pensarnos…
Celebremos entonces, que en
vez de olvidarnos, haya vuelto hacia nosotros de cuerpo y alma con este libro… sin
más gesto elemental que decirnos: Mírense
en estos espejos textuales…
Si señores, si este es Benavento, mírense
en esas palabras, recorránlas despacito, como si las amaran…la ignorancia de la
poesía y las fronteras de conciencia que ella crea, es un pecado social
demasiado extendido, como para no maldecirlo cada vez que la oportunidad sea
dada…
La ignorancia no es eso
que todos padecemos de algún modo y en distintos grados, sino algo más
terrible: es haberse perdido el goce y la lujuria de haber sido partícipes de
la verdad, la conciencia y la belleza, más allá de este montón de huesitos que
somos…
Celebremos entonces cuando alguien se
hace cargo, carro, vehículo, polea y transmisión de otros saberes….y soporta en
sus espaldas y en sus textos esos pesos irrenunciables… e irremediables… La
poesía es otro modo del conocimiento, y como en todo conocimiento: nada nace de
la nada… Existen -por cierto- unos colectivos de imbéciles que creen que la
poesía nada tiene que ver con las ciencias duras: lean a Ilya Prygogini en diálogos
con Rabindranath Tagore… Es decir lean lo esencial… que no sólo de soja viven los
cerdos, el hombre y el mundo… y leer lo negado es la única y última libertad que
nos queda… hasta que eso también nos sea clausurado…
No es casualidad -entonces- y mucho
menos ultranzas de provincianías que Mario Daniel se haya hecho cargo de
Benavento…un poeta menor de la antología…
Los poetas ingleses
saben desde hace décadas que de las cumbres sólo se desciende o se las imita… y
que la obra de los minor poets, los poetas menores, son canteras inconclusas,
reservorios necesarios, lugares donde la palabra se quedó de a pie…y hay allí,
materia a ser recorrida y desarrollada…
Creo también que la elección
de Benavento, es una lección generacional: de los demás se ha dicho tanto… indaguemos
en las márgenes…
Joseph Brodsky ha dicho a
propósito de la poesía de Derek Walcott, natural de la Isla de Sta. Lucía: la
periferia no es el lugar donde se termina el mundo, es el propio lugar en que
el mundo se decanta. Es un fenómeno es esencial a los …
Mi maestro español, Don Luís
Rosales dijo al recibir el Premio Cervantes: - La lengua no es un sistema de comunicación,
la lengua es un sistema de instalación vital; quien no hable bien su lengua, no
ha aprendido a vivir.
En fin, Mario Daniel se ha hecho cargo del
Benavento: recibámoslo en buena hora… y demos gracia en buena hora, antes que
sea demasiado tarde.
Háganse cargo de este libro y del
Benavento, en medio de esta portentosa decadencia argentina -y entrerriana
inclusive- en medio de este delirante
festival de los olvidos, en medio de señores que hacen propaganda del
glisfosato que ya ni la Bayer -dueña
real de su patente- lo hace, en medio de tanto olvido y de tanta
ignorancia… pues mientras nuestros mundos naturales se destruyen… hasta el punto
de querer fumigar -alrededorcito- de las miles de escuelas rurales de Entre
Ríos…y Benavento fue maestro rural alberdino, por ejemplo, en tiempos de
bienaventuranzas de la educación y las colonias… Después llegaron estas
sociedades anónimas que vemos; y vamos: ya han colmado el vaso: vinieron por la
tierra y ahora vienen por el cerebro de
los gurísitos…
Si, amigos: el veneno y el
hambre están criando criaturas que jamás entenderán esta poesía… nacen pobres, y
además los hijos del demonio ahora pugnan para envenenar sus cabecitas recién
despiertas… La poesía -cuando es real- es la más alta instancia de su lengua, y
por ello requiere cierto alimento y cierta salud de las redes neuronales para
comprender y participar de esa olvidada dignidad -necesaria y común a todos- llamada lenguaje.
O dicho de otro modo: recordar a un
poeta como Benavento, no es una reverencia melancólica: es un hecho contestario pues nos
recuerda un paraíso perdido: cuando Benavento escribía para los suyos, los
suyos lo entendían… y hágase cargo la educación común que no se hizo cargo, los
ministros que no se hicieron cargo, los prebendarios de turno que nunca se hacen cargo de nada… y los distraídos, que no
son tales…
Y recuerden siempre: cuando un
poeta debe hacerse cargo de los que otros no se hacen cargo, algo funciona mal
en el sistema… algo se va al carajo… O algo está empezando de nuevo.
¿Qué otras urgencias o
necesidades tenemos, para perdernos, este pequeño cofre de tesoros perdidos
traído al umbral de nuestra casa?... la periferia no es el lugar donde se
termina el mundo… quien no habla bien su lengua, no ha aprendido a vivir… Ah, y
me olvidaba: dice este libro que Mario Daniel nació el 24 de Febrero de 1987…y
en Villaguay…
Gracias.
*Texto pronunciado por Miguel Ángel Federik en ocasión de la presentación del libro Benavento.